jueves, 20 de noviembre de 2008

NO TIENE PRECIO


Hay muchas cosas en esta vida que no tienen precio. La sonrisa de un hijo, una palabra de amor, la caricia de un padre o una madre. Pero hoy quiero referirme a una en específico. Es la de caminar por nuestra ciudad, nuestro lugar. Sólo los que vivimos lejos de ella podemos apreciar en su justa medida el valor incalculable de transitar por un 'escenario' conocido, en el cual hemos crecido, llorado, reído, en el que nos hemos convertido en lo que somos.
Las calles, los edificios, incluso el cielo y el aire puede ser similar en otros lugares, pero nunca es el mismo. Aún así sigo intentando hallar en vano aquel detalle, aquel pedacito de algo que me induzca a cerrar mis ojos y pueda sentirme en casa.