martes, 13 de noviembre de 2007

UN ESQUIMAL PERDUT EN EL DESERT


No me describo como una mujer valiente, en el sentido que no le teme a nada. Le temo a muchas cosas, pero es cierto que a lo desconocido, no.

Ahora que lo observo de lejos, cronológicamente hablando, cuando pienso en mis primeros días, o más bien meses de mi estancia en Estados Unidos, no puedo creer que fuera yo quien viviera aquello. Digo 'aquello' porque no sé ni cómo describir esa parte de mi vida.

LLegar a un país nuevo a iniciar una nueva vida es un poco como dejarte caer al vacío a través de un agujero oscuro, no sabe uno lo que se va a encontrar al otro lado. A pesar de ello, decidí tirarme, pero lo peor es que con ello también lancé a mis hijas, aunque jamás las he soltado de la mano. Desde que decidimos salir de 'casa' tanto mi marido como yo, cada uno en su papel, nos hemos unido más que nunca para que las niñas notaran lo menos posible ese gran cambio y lo vivieran como algo positivo en su vida. Y creo que lo hemos conseguido.

Pero volviendo a mis primeros días en Usa y sin hablar inglés. Es importante puntualizar ese dato, porque como diría Alejandro Sanz en su canción ' No es lo mismo'. Recuerdo llegar con las maletas a un apartamento desconocido y tener que repetirme una y otra vez que de 'eso' tenía que construir un hogar, y no podía echar a correr a mi casa porque ésa era mi casa a partir de ahora.

Cuando sonaba el teléfono, hecho bastante habitual en ese país porque a través de él te intentan vender de todo o pedir donativos desde la policía hasta la más inverosímil asociación, para mí era como si sonara la alarma de un inminente ataque nuclear. ¿Y si me hablaban en inglés? Sí, claro , tenía un 99.9% de posibilidades de que así fuera, además fui a caer en un estado de lo más anglosajón que se pueda echar uno a la cara.

Cuando iba al supermercado me parecía que todo el mundo me miraba y me iban a hablar en cualquier momento, lo peor era cuando llegaba a las cajas y la cajera siempre me preguntaba algo , siempre. Por qué? por qué a mí?

Después de ese primer impacto con el idioma, me quedaban otros muchos, como cuando tuve que llevar a las niñas al médico, y a la reunión de padres en el colegio, esas fueron las más traumáticas. No entiendo como engordé cuando vivía allí, si con estas 'experiencias religiosas' cuando llegaba a casa debía hasta cambiarme la ropa, había sudado más que en una clase intensiva de aerobic. El caso es que , no me preguntes como conseguía salirme airosa de todo ello. Cuando la necesidad de entender y de hacerse entender es tanta , al final lo logras. Si lee ésto una amiga que conocí allí, sabrá de lo que estoy hablando. Juntas 'sufrimos lo nuestro' pero también nos 'reimos lo nuestro' ,

Resumiendo: salimos adelante con todo, que los primeros meses son los peores pero después de haberlo vivido estoy convencida que hasta un esquimal podría sobrevivir en el desierto.

viernes, 26 de octubre de 2007

LA CIUDAD ES PARA MÍ


Soy una auténtica fan de las grandes urbes. Las ciudades contra más grandes, bulliciosas y activas mejor. Me gustan las ciudades desde que tengo uso de razón. Reconozco que 'me enganchan', adoro meterme en ellas y coger el ritmo de cada una. Aún así, he de admitir que el ritmo de New York me superó, pero con un poco de práctica podría llegar a seguirlo. De New York me quedo con Times Square, ese espacio donde de noche no puedes distinguir siquiera la oscuridad. Su cantidad de luces hacen que parezca que el día nunca se acabe.


Durante cuatro años estuve viviendo en un pueblecito, o mejor dicho en una de esas típicas urbanizaciones americanas, en la cual en invierno sólo puedes alcanzar a oir la pala del vecino quitando nieve y en verano la podadora de césped.

Recuerdo que me costaba mucho el hecho de abrir la ventana y no oir nada. No importaba si era la una de la madrugada o las 12 del mediodía, no se oía nada. A veces me daba por pensar que tal vez el resto del mundo se había desintegrado y yo no me había ni enterado, porque nada alteraba la 'paz' de ese lugar. Una bonita estampa, sin duda. Esos jardines perfectos, esas casitas, ese orden, pero si me pierdo que no me busquen allí.


Ahora tengo la suerte de estar viviendo en una gran ciudad. Y otra cosa no, pero ruido todo el que quiera y más. Me gusta Buenos Aires. Tiene una vitatlidad que me fascina sin llegar a apabullarme como New York. Aunque antes de adentrase en la ciudad porteña hay dos aspectos a tener en cuenta. Uno tiene que andar pendiente de donde pone los pies, porque el pavimento de sus calles, por decirlo eufemísticamente deja mucho que desear , hay agujeros que si los pisas puedes llegar a desaparecer en ellos y lo segundo es que se necesita 'echarle valor' para cruzar una calle, hay calles importantes en las cuales los peatones no tienen semáforo, con lo cual has de fijarte en el de los coches, y cuando lo veas rojo cruzar, los pasos zebra son un puro objeto decorativo , porque si esperas que algún conductor te ceda el paso,puedes perder la juventud en ello, mejor arriésgate, cruza y vigila que no te pisen. Alguna otra cosa tiene Buenos Aires, pero´desde mi óptica eso fue lo que más me impactó, al menos como peatón, como conductora sería mucho más extensa. Una vez acostumbrados a 'lidiar' con estas pequeñas dificultades uno ya está listo para lanzarse a 'vivir' la ciudad, andarla, pasearla y saborearla, porque merece la pena hacerlo.
Está claro que si me pierdo el mejor lugar donde buscarme es una ciudad, y como soy mujer de un solo amor y totalmente fiel , que me busquen en Barcelona, allí estaré.

viernes, 5 de octubre de 2007

SOL, SOLET


El despertador sonó como cada mañana puntualmente. Eran las ocho. Me sorprendió que a esa hora el sol no hubiera venido a acariciar mi rostro, por mucho que intento cerrar las persianas, siempre consigue colarse por las rendijas.

Mientras tomaba mi primer café de la mañana, aproveché para correr las cortinas y observar el paisaje, no había sol. Cualquiera podría pensar que se trataba de un día nublado y esa era la razón de su ausencia, pero había algo en mi interior que me decía que no era ese el motivo. Creo que hoy el sol decidió no salir. Tampoco sería tan extraño , no? Bueno, extraño sí, pero quiero decir que por un día que no aparezca no se va a hundir el mundo. Debe tener un mal día y no ha querido aparecer.


El problema surgió cuando pasaron los días y el mundo se hallaba sumido en la más negra oscuridad. El sol decidió dejarnos, y ahora qué? Ahora sí que ésto se hunde.

martes, 2 de octubre de 2007

ESTÁ DE MODA IR A LA MODA


Empieza la primavera y espero con curiosidad que cambien los escaparates de las tiendas para saber como han decidido que me vista esta nueva temporada primavera-verano. Cruzo los dedos para desear que algunos de los colores o formas coincidan con mi gusto. Abro los ojos y horrorizada veo que se lleva el color verde, los zapatos de punta cuadrada con plataforma desmesurada y las faldas largas hasta los pies, incluso si se arrastran mejor. Lo peor de todo no es que deteste todo lo mencionado, lo peor es que acabaré vistiendo así porque está de moda.

Según el diccionario , la moda es el uso, modo o costumbre que está en boga durante algún tiempo o en determinado país. Si quiero huir de los horribles cánones que rigen esta temporada tengo dos opciones: o bien esperar que pase algún tiempo , y pasen de moda o cambiar de país, claro que con el tema de la globalización cada vez está más complicado.
O como opción definitiva puedo salirme ya de ese círculo en que la mayoría de los mortales estamos girando y vestirme como quiera y como me apetezca sin que nadie tenga que decirme como tengo que hacerlo. Tal vez me mirarán raro, pero me viene en mente aquello de 'ande yo caliente y riáse la gente'.

miércoles, 19 de septiembre de 2007

OBJETOS PERDIDOS


El que no ha perdido nunca un objeto no sabe la alegría inmensa que da el encontrarlo.

De repente, esa cartera, esos documentos, esas llaves...a los que apenas dabas la menor importancia, con el simple acto de desaparecer y aparecer te proporcionan una dicha sin límites.

Más de una vez he estado tentada de esconder alguna cosa, para luego tropezar con ella y vivir esa sensación. Pero no, así no . Has de perderla y has de sentir la angustia de que no la vas a encontrar nunca, has de revivir cada movimiento que has hecho ese día, has de revolver rincones, abrir cajones, andar lo andado, y buscar ese inolvidable momento de recuperar lo perdido.

Es una pena que no suceda así con los seres que queremos y tenemos la desdicha de perder, porque sería indescriptible el hecho de volverlos a encontrar.
El 30 de enero del 2008 perdí a una de las personas más importantes de mi vida. Lo intento encontrar reviviendo momentos, recuerdos, palabras, gestos, miradas. Si pudiese abrazarlo, aunque fuese la última vez....
Buenos Aires 10 de marzo 2008

viernes, 14 de septiembre de 2007

MATERNIDAD


Sonaría a tópico si dijera que el día que viniste al mundo fue el más feliz de mi vida. Tampoco estaría en lo cierto. Afortunadamente he tenido la oportunidad de vivir muchos días felices, algunos acuden a mi mente ahora, como cuando conocí a tu padre, cuando nació tu hermana y muchos otros. Pero sí puedo decir sin vacilar que el día que tú naciste fue el día que viví el mayor cúmulo de sentimientos , algunos de ellos contradictorios, como nunca en ningún otro día de mi vida he logrado experimentar.

Sentí miedo, un miedo atroz a entrar en esa sala de partos, de empezar a sentir las contracciones. En una palabra, miedo al dolor y a que todo saliera bien. Aunque la verdad es que nunca pensé que algo podría ir mal, simplemente era miedo a sufrir.

Sentí alegría, después de 9 meses de estar imaginándome tu cara, de soñar cómo sería el tacto de tu piel, estaba a unas horas de verte por primera vez y de tocarte.

Sentí envidia, una envidia sana , pero envidia al fin y al cabo de todas esas madres que cuando yo entré en el hospital con la bolsita de tu ropita y una barriga descomunal, ellas estaban con sus bebés en sus habitaciones. Hubiera dado lo que fuera por saltarme el preámbulo de tenerte en mis brazos.

Sentí ilusión, esa ilusión que hay quien describe como mariposas en el estómago, pero que yo más identifico como la sensación que se tiene en una montaña rusa.

Sentía tristeza, porque después de 9 meses teniéndote dentro de mí, sintiendo como te movías, iban a separarnos. Aunque estaba deseando conocerte, me apenaba no volver a sentirte en mi interior.

Sentí amor, un amor inmenso por tu padre que me acompañaba y estaba a mi lado, aunque poco podía hacer más que eso, pero eso fue muy importante para mí.

El cúmulo de todos estos sentimientos estalló cuando por fin te conocí, eras mucho más bonita de lo que había imaginado, llegaste al mundo estallando en llanto, recuerdo tu cara roja de ira. Tal vez tú tampoco querías separarte de mí y te habían obligado a hacerlo. Te besé, tuve el privilegio de ser la primera persona que te besó en tu vida, luego lo hizo tu padre. Y sentí que sin conocerte te quería más que a mi propia vida, y que toda mi existencia iba a estar dedicada a que fueras feliz, tan feliz como yo lo era en ese preciso momento.

martes, 11 de septiembre de 2007

DISTANCIA


No puedo evitar sentir cierta perplejidad cuando escucho a una persona que ha dejado su país de origen para instalarse en otro, y confiesa sentirse más de su país adoptivo que del suyo propio, algo así como 'ser más papista que el Papa' algunos incluso lo adornan diciendo que no volverían a su país por nada.

Yo dejé de vivir en mi país para instalarme en otro u otros hace alrededor de cinco años. Creo que ya puedo hablar con conocimiento de causa, partiendo de la base que como dice Serrat en su canción: ´cada quién es cada cual y baja las escaleras como quiere´, yo respeto pero no comparto este sentimiento.

Me gusta donde vivo actualmente, es una hermosa ciudad llena de vitalidad. Me siento bien aquí, admiro su paisaje, sus contrastes, su desorden ordenado, tengo un montón de motivos para ser feliz en este entorno. Pero mi país, mi ciudad...eso es diferente.

Allí están mis padres, mi familia, mis amigos, toda mi vida. Allí ví por vez primera los rayos de sol, el cielo azul. Allí aprendí a a caminar, a hablar, a reir, a llorar. Allí encontré al amor de mi vida, nacieron mis hijas.

Oír el nombre de mi ciudad es como oír el mío propio. Es tan mía que no se donde acaba ella y empiezo yo. A menudo me preguntan si es bonita mi ciudad. No lo se, sólo se que para mí no hay otra igual. Siempre que estoy lejos de ella intento hallar lugares o cosas que me la evoquen, tal vez para no sentir la distancia, porque Barcelona duele en la distancia. Pero no hay sensación más agradable que la que siento cuando vuelvo a ella, la vuelvo a pisar y digo para mis adentros que ya estoy otra vez en casa. Ya siento ese especial olor a mar que acompañó toda mi infancia y adolescencia, ya oigo mi lengua, la que me enseñaron a hablar mis padres, con la que siempre me han dicho que me quieren, con la que pienso , con la que sueño y con la que les hablo a mis hijas. ¿Cómo puedo llegar a pensar en sustituir mi ciudad, mi país en mi corazón y cómo voy a pensar en no volver? Sencillamente no puedo.

!CÓMO ES LA GENTE!


¿No se han parado ustedes a pensar cuántas veces utilizamos el término gente con sentido peyorativo? ¿cuántas veces hemos dicho, oído o leído la frase: la gente es insolidaria o la gente es incívica, o cualquier tipo de adjetivo de carácter despectivo? Siempre que lo oigo, o tal vez lo digo sin caer en la cuenta de ello, inmediatamente me viene en mente la pregunta: ¿quién es la gente?

Se supone que la gente somos todos y cada uno de nosotros. Si es así, en la frase antes mencionada podríamos sustituir el sustantivo gente por nuestros nombres propios. Ya que cuando la gente es conocida pierde el apelativo de gente por el de su nombre. Así podríamos decir : Juan, Luís, María, Sonia...son insolidarios. Pero no, eso sería un insulto personalizado y eso ya no está bien admitido.

Creo que empiezo a entenderlo. Si utilizamos el término gente nos está permitido 'adornarlo' con toda clase de calificativos negativos, nadie se siente incluído en él. Es esa extendida costumbre que tenemos de ocultarnos entre la multitud, de perdernos e incluso hasta de desaparecer en ella.

lunes, 10 de septiembre de 2007

DÓNDE SE FUERON?


No recuerdo en qué momento ni cuándo dejaste tus juguetes en un rincón, dejaste de hablar sola ( o con tus muñequitas) y decidiste que eso era una tontería reservada a niños pequeños.
No recuerdo en qué momento ni cúando me soltaste la mano y decidiste que a partir de entonces, ibas a caminar sola.
No recuerdo en qué momento ni cúando dejé de verme reflejada en esos ojitos que me veían como una diosa, que se iluminaban y se abrían, de par en par, cuando aparecía en tu vida.
No recuerdo en qué momento ni cuándo pasé de ser una personificación de virtudes humanas , a ser un manojo de defectos.
Pero sí recuedo el calor que desprendía tu manita, cuando por las mañanas te llevaba a la escuela , cogida de ella. A pesar de lo apresuradas que íbamos, eso no era ningún impedimento para que pudiera deleitarme con ese pequeño gesto, captarlo y guardarlo en ese lugar profundo donde guardo todas las sensaciones que me producen un inmenso y único placer.
Sí recuerdo cuando te iba a recoger a la escuela y me abrazabas muy, pero muy fuerte, como deseando que nunca nada ni nadie nos pudiera separar.
Sí recuerdo esa carita iluminada que ponías cuando te contaba algo, lo que fuera, no importaba. Para tí no había más verdad que la que yo te decía y creías firmemente en ella. Me hacías sentir la persona más importante del mundo.
...Y esa sensación que sentía cuando te contemplaba durmiendo, con esa paz que sólo un niño cuando duerme es capaz de irradiar.
...Y cuando ni la mejor medicina podía curarte tanto como mis besos y caricias lo hacían.
...Y tu sonrisa...
Qué bien que pude atrapar esas sensaciones y guardarlas. De esta manera, cuando las echo de menos, sólo tengo que ir a 'ese lugar profundo' y echar mano de ellas.

TIEMPOS DE INFANCIA


Mi primer diente cayó. Lo había estado esperando ansiosa. Había oído hablar mucho del Ratoncito Pérez y anhelaba que viniera a casa.

El diente estuvo varios días moviéndose, recuerdo estar a todas horas empujándolo con mi pequeña lengua para ver si de una vez por todas conseguía hacerle caer.

Finalmente con la ayuda de mi padre, el diente cayó y con ello llegó la gran noche. Ese personaje, que ahora cuando lo evoco me parece tan grotesco, iba a llevarse mi primer diente y a dejarme un regalo.

Como cada noche me puse mi pijama, me lavé los dientes y con cuidado extremo deposité mi dientecito debajo de mi almohada. Lo coloqué en un extremo para que cuando viniera el Ratoncito no tuviera que estar hurgando y me despertara. Creo que si lo hubiera visto no hubiera podido contener un grito de terror, siempre he tenido un miedo atroz a los ratones.

Cerré mis ojos para conseguir dormirme pronto. Esperaba que esa noche mi ratoncito no tuviera demasiado trabajo y no alcanzara a visitar mi casa.

En todos los momentos buenos siempre albergo una cierta reserva. Cuando todo es maravilloso tengo miedo de que surja lo inesperado y lo eche todo a perder. Mi esposo siempre me reprocha esta actitud, pero no puedo hacer nada por evitarlo.

-Y si subiendo la escalera se rompe una de sus frágiles patitas?

-Me porté bien durante este año?- O ésto es sólo aplicable a los Reyes Magos? -Por si acaso me detuve a pensar acerca de mi comportamiento, y entonces vinieron a mi mente todas las veces que había regañado con mis hermanas o de aquella mentirijilla que le dije a mi madre para escaparme de una regañina. Me arrepentía de todo ello, pero ya no había remedio. El tiempo tiene ese defecto, nunca lo podemos volver atrás.

Caí en el más profundo de los sueños hasta que a la mañana siguiente mi madre abrió las persianas para que mi habitación se inundara de rayos de sol.

Abrí mis ojos, pero no quise mirar debajo de mi almohada; quería disfrutar de ese único e irrepetible momento de mi vida. Para mí el 'previo' a los grandes momentos tiene un sabor especial y quería deleitarme. Cuando levante mi almohada la ilusión se desvanecerá como por arte de magia y aparecerá la alegría - Y si no? -Y si no pudo llegar a tiempo?

LA VIDA


La parte del día que más me gusta es el amanecer.Levantarme cuando todavía está oscuro pero una ténue luz empieza a despuntar.

Me gusta cuando el día inicia su camino porque se me abre un abanico de infinitas posibilidades. Es como un 'borrón y cuenta nueva'.

Está bien ayer te equivocaste-me digo para mis adentros

Pero la vida te da una nueva oportunidad-

Empieza de nuevo y esta vez con todas tus fuerzas.

Claro que a veces no siempre uno se siente así de optimista. Y se halla tan derrotado que no tiene fuerzas ni para volverlo a intentar.

Entonces la parte del día que más me gusta es el anochecer. Cuando el sol se esconde y así yo también me puedo esconder. Y refugiarme en mi casa, en mis pensamientos. El día pasó , un día que nunca debería haber existido, la oportunidad se fue y yo no quiero seguir intentándolo.

Pero tal vez mañana amanezca un nuevo día y me coja la mano y me tire de ella arrastrándome a intentarlo de nuevo.