martes, 11 de septiembre de 2007

DISTANCIA


No puedo evitar sentir cierta perplejidad cuando escucho a una persona que ha dejado su país de origen para instalarse en otro, y confiesa sentirse más de su país adoptivo que del suyo propio, algo así como 'ser más papista que el Papa' algunos incluso lo adornan diciendo que no volverían a su país por nada.

Yo dejé de vivir en mi país para instalarme en otro u otros hace alrededor de cinco años. Creo que ya puedo hablar con conocimiento de causa, partiendo de la base que como dice Serrat en su canción: ´cada quién es cada cual y baja las escaleras como quiere´, yo respeto pero no comparto este sentimiento.

Me gusta donde vivo actualmente, es una hermosa ciudad llena de vitalidad. Me siento bien aquí, admiro su paisaje, sus contrastes, su desorden ordenado, tengo un montón de motivos para ser feliz en este entorno. Pero mi país, mi ciudad...eso es diferente.

Allí están mis padres, mi familia, mis amigos, toda mi vida. Allí ví por vez primera los rayos de sol, el cielo azul. Allí aprendí a a caminar, a hablar, a reir, a llorar. Allí encontré al amor de mi vida, nacieron mis hijas.

Oír el nombre de mi ciudad es como oír el mío propio. Es tan mía que no se donde acaba ella y empiezo yo. A menudo me preguntan si es bonita mi ciudad. No lo se, sólo se que para mí no hay otra igual. Siempre que estoy lejos de ella intento hallar lugares o cosas que me la evoquen, tal vez para no sentir la distancia, porque Barcelona duele en la distancia. Pero no hay sensación más agradable que la que siento cuando vuelvo a ella, la vuelvo a pisar y digo para mis adentros que ya estoy otra vez en casa. Ya siento ese especial olor a mar que acompañó toda mi infancia y adolescencia, ya oigo mi lengua, la que me enseñaron a hablar mis padres, con la que siempre me han dicho que me quieren, con la que pienso , con la que sueño y con la que les hablo a mis hijas. ¿Cómo puedo llegar a pensar en sustituir mi ciudad, mi país en mi corazón y cómo voy a pensar en no volver? Sencillamente no puedo.

2 comentarios:

Niurka Dreke dijo...

Claro que no, nada se compara con la tierra de uno. El otro dia estabamos con un amigo argentino aca donde vivimos ahora, y el decia que nos notaba muy influidos por la America profunda, como que muy disciplinados, etc. Y mi esposo le dijo, "no te equivoques, yo soy del monte y tengo un sitio en la loma". Una cosa es atemperarse a los codigos nuevos, o sumar, porque todos los lugares tienen un encanto, y la otra es sentirse en casa, como bien dices. Sigue inspirada que estas rompiendo records!

Anónimo dijo...

Felicitats, un escrit preciòs que els que no hem marxat mai no podem sentir, pero els que tenim algú que estimem i si que ho ha fet també patim l'anyorança a l'altre costat de la "DISTANCIA". Segueix escrivint que ho fas de conya. la teva germaneta "del mig".